18 de diciembre de 2009

Derroche a troche y moche...



Más fotos acá
(gracias Mauri por las fotos)

Increíble lo que paso el miércoles. Ponerse a enumerarlo todo, un desgaste innecesario; los que fueron saben de lo que hablo; los que no, se lo imaginan. Exquisito.
Lo mas alto de la noche, Laura prestando su voz (y el xilofón) como en los viejos tiempos mas Fernando Cabrera, mas Pablo Sonico en la percusión, mas Pedro Dalton: GIGANTE.
Otro momento de éxtasis fue la mejor versión de Temperamento que jamás se escucho; Garza en dueto con Peter gritando un rato cada uno, cuando no los dos juntos, mas los vientos de Hackerman; lo mas visceral y explosivo que podría ser.
Nico Barcia, pese a no ser mas un Chico Eléctrico, parece seguir enchufado a 220.

El mas grande de los Fernandez cantando Milagros, los tres hermanos agachados mientras la viola sube, sube...
En fin, dije que no iba a enumerar y enumere. Un desastre, me deje llevar por la emocion.


Cerraron con esta version que hicieron de un tema de Buitres. (no lo había compartido antes porque el locutor lo pisa un par de veces, es genial de todas formas.)

Gracias por haberme tapado la boca cuando mi comentario apocalíptico fruto de la separación momentánea. Gracias.

Chau Monos, los quiero.

Es probable que todo lo que creo recordar sea producto de mi imaginación y nada de esto debe de haber pasado o, al menos, no de esta forma. Sigo despegando fragmento de recuerdos que como polvo de hierro están adheridos al imán del tiempo. Si algún Mono con mas memoria quiere ayudar, mejor. Yo no fui a sacar apuntes.

¿Lo invente o Tussi nos deleito cantando He Never de una manera fresca, elegante, disco, con olor a noche?







Un hombre con la necesidad de expresarse
Escrito el 17 de diciembre de 2009 a las 16:52 por Emiliano Zecca para
www.180.com.uy




Los Buenos Muchachos festejaron este miércoles sus discos de oro conseguidos este año. Su vocalista, Pedro Dalton, conversó con 180. Un artista polifacético: cantante, escritor y dibujante, sostiene que se siente “rico” porque desde hace tiempo puede dedicarse a las cosas que más le “encantan”.

Es conocido como Pedro Dalton, pero su verdadero nombre es Alejandro Fernández. Con 42 años es cantante de Buenos Muchachos, quizás su faceta más conocida. Pero además es escritor y dibujante. “Pedro Dalton me quedó cuando dibujaba en una revista al final de la dictadura. Me lo habían puesto en el liceo, por Pedro Picapiedras y Dalton nos decían porque ibamos a Trouville a jugar al básquetbol y como éramos tres hermanos nos decían Los Dalton”, explica.

Este año, la banda de la cual es vocalista recibió dos discos de oro por “Amanecer Búho” y “Uno con uno y así sucesivamente”. La noche del miércoles fue el primer show con invitados en vivo. Para este jueves presentarán el “Amanecer Búho y el viernes “Uno con uno…”. “Decidimos tomarnos un tiempo para descansar y pensar en cómo podíamos hacer las cosas mejor. Eso duró un año y dos meses. Queríamos festejar los discos de oro, aunque no somos de darle mucha bola a eso”, dice.

¿Por qué se tomaron un tiempo?

Estábamos desprolijos y ensayábamos muy poco. Era más que nada tocar muy seguido y no teníamos tiempo para probar cosas nuevas. Venía bien porque los guitarristas se iban a España a tocar y yo quería estar más tiempo en Buenos Aires, viendo allá la historia. Era necesario cortar un poco, estábamos medios perdidos y no entendíamos la vuelta.

¿A qué cosas no le encontraban la vuelta?

Primero queríamos saber si estábamos manteniendo algo que sólo se sostenía porque estaba bien o si realmente lo queríamos hacer. Hubo una época que no ensayábamos y fue la que nos dio la patada. Había un aburrimiento, no estábamos conectados y este tiempo nos ayudó perfecto.

¿Cómo se sienten ahora?

Es mucho mejor la libertad que tenemos. Me vengo quince días antes del show, entonces podemos seleccionar ocho días tranquilamente para ensayar varias horas y relajarnos.

Dalton recuerda que al principio era todo más fácil. “Nos juntábamos a tocar porque teníamos ganas, sin pensar en banda. Sólo pensábamos en temas y canciones, pero después todo va creciendo. Tenés compromisos reales que hay que empezar a manejar y un montón de cosas además de la música. Cuando empezamos, nos juntábamos, un porro y eran cuatro horas de darle (hace como que toca una guitarra) y viaje. Pasa que después te metés en un estudio, entendés que hay formas de grabar, cosas que nunca habías probado y vas creciendo”, cuenta.

El cantante

Su voz es muy particular. Es arrugada, por momentos parece gritada y da la sensación de que costara un gran esfuerzo sacarla. Sin embargo Dalton dice que le cuesta menos que cantar suave, bajo y entonado. “Me han pasado muchas cosas con mi voz a lo largo de estos años. Lo que te puede jugar en contra es no ser honesto y querer hacer algo que no podés. He aprendido muy pocas técnicas. En el momento en vivo, siempre estoy a punto de detonar, pero hay algo que no me deja caer”, explica.

El vocalista sostiene que al no ser cantante, lo único que iba a definir la historia era la energía y el contenido emocional que le pusiera a su voz. “Lo importante es el alma. He visto cantantes prolijitos y me parecen de puta madre, pero a mí me gusta lo fuerte y de eso es lo que laburo. Si hubiese estudiado podría haber cambiado algunas cosas, pero tenía miedo de caretearla. La voz es un instrumento jodido, porque una guitarra se te desafina y la afinás, pero la voz sos vos”, cuenta.

Dalton no sólo es el vocalista de la banda, sino que también escribe las letras. Siempre los Buenos Muchachos hacen la música primero y Dalton pone encima sus letras. Esa es la dinámica de la banda.

¿Cómo es ponerle letra a una melodía?

Escribo lo que sale de la música. Me planteo una forma melódica, que me dicen que es arameo, porque es medio fácil como para manejar los tonos. Después voy a casa y escribo. A veces no me sale y voy a frases que se me ocurren o a poemas que tengo escritos. Es limitada la forma de escribir para mí en la música, por el tipo de estructura hay pila de palabras que tengo que sacar. Si fuera inglés sería mucho más fácil porque con pocas palabras decís mucho.

¿Escribís letras en inglés también?

Al principio manejaba frases en inglés y en castellano. Me gusta pila eso y hasta el día de hoy lo sigo haciendo. Decir “love” no es lo mismo que decir amor, es como más suave. Sin dudas también es por la influencia de la música. El rock es Estados Unidos, sale de allá. Inglaterra dio su cuota. También escuché rock en español. Por ejemplo, (Joaquín) Sabina es un tipo que cuenta historias cuando canta y en español eso es un huevo. Yo no lo puedo hacer.

¿Qué cosas han cambiado con el correr del tiempo en tu manera de escribir?

Soy la única persona que ejecuta un instrumento en el mismo idioma que la gente, no es lo mismo con un sonido de la guitarra decir que se acaba el mundo, que decir “se acaba el mundo”. Eso me daba pila de vergüenza al principio. En el primer disco la letra fue una excusa para cantar. Después dije “voy a hablar”. Además, me di cuenta que podía hablar de cosas más abstractas, que no me pasaron a mí y la riqueza de escribir abstracto es que más adelante le encontré un significado a alguna de mis canciones.

Generalmente la gente es la que se identifica con los temas, pero quizás es extraño que vos como autor te identifiques luego con tu propio tema.

Eso es genial. Habla de que vos al trabajar con la emoción, terminás y tal vez hiciste algo que te gusta. Después otro día le encontrás un sentido.

El escritor, el dibujante

Además de escribir canciones, Dalton tiene dos libros de poesía –“Mentira en el cielo” y “No solo de hambre vive el hombre”– publicados y una novela llamada “La cara del ángel” de Ediciones de la cachimba del piojo.

¿Se puede separar al compositor del escritor?

Va todo junto. Siempre estoy escribiendo y las cosas quedan ahí. Después las uso, pero al escribir no me lo planteo, es una necesidad. A veces uso las poesías para poner cosas que no puedo en las canciones porque no me da la métrica.

¿De qué se trata tu última novela?

Es un romance entre un veterano y una mina más chica. La empecé a escribir en el 96, también por necesidad y estuve hasta el 2000. Después ni lo toque, pero como saqué dos libros de poesía, me metí devuelta. Fue un proceso distinto, aprendí un montón y me di cuenta que hay laburar de una manera diferente. Aprendí mucho.


Dalton se encontró con la música a los 21 años. Pero antes estudió siete años de pintura y trabajó como dibujante, también por “necesidad”. En el tiempo de separación que tuvo con la banda, se compró tinta china y retomó su viejo hábito. “En Buenos Aires no quise hacer nada que tenga que ver con la música. Me dediqué a dibujar y a escribir. Estaba copado con eso, curtí muchos museos y exposiciones. Empecé a trabajar sin objetivo y después terminé exponiendo. Ahora pintó de vuelta la banda, pero igual tengo tiempo para poder dibujar”, cuenta.

¿Varias veces has hecho referencia al hecho de hacer las cosas por “necesidad”?

Con el arte me manejo así, lo que hago es por necesidad de expresarme.

Foto: (Pedro Dalton./©Javier Calvelo)