24 de octubre de 2013

23 / 10 / 2013 El día el Solís se volvió climático.



23 / 10 / 2013


Anoche fue primero de los dos shows de Octubre que nuestra banda favorita van a realizar en el centenario teatro Solís.
Los Buenos ya están acostumbrados a las salas donde la interacción es más "formal". Quizás porque aquellos que los siguen desde "Junta Cadáveres" y otros espacios llenos de sudor, temperamento y humo, también aprendieron a disfrutar de el show desde otra manera, más estoica...y cómoda, pero tan intensa y removedora como aquellas noches de hace 15 años atrás (en mi caso).

Los Buenos saben (al igual que nosotros) que el pogo es interno, la música nos derrumba desde adentro y al poco de adentrarnos en los primeros acordes ya  estamos sumergidos en un viaje climático, tan distinto como cada alma que anoche anoche en el repleto teatro.

Hacia tiempo que no iba a verlos, me perdí las ultimas 5 fechas y ayer estaba apunto de no ir.
Sumergido en el stress de la diaria exigencia, atornillado a la rutina y medio preso de una dejadez interior y exterior, mi "abichamiento" me dominaba... se acercaba la hora y parecía que la boba pantalla del laptop, repitiendo los mismos pixeles quemados me mantendría en el rincón.

Pero Ameba, mi querida Ameba ataco mi adormilada conciencia vía sms, hasta que para no tener que apagar el celular decidí abrir la puerta y salir, darme la oportunidad de volver a estar conectado con las tantas noches al pie del escenario..

El pie estaba a 4 pisos encima; nunca había estado en la tertulia alta del Solís.
Como chusmenado al vecino que tiene el fondo atrás de edificio, ahí sobre un escenario muy sobrio,  limpio...tan limpio que se cuido que todas la cuerdas fueran inalámbricas.
La ambientación visual se hizo con luces, las cuales estuvieron muy acordes durante todo el show (aunque yo soy de los que cierran los ojos en el clímax de cada canción).

Sobre todo lo que paso después de que el telón llegó al techo, para todo eso no me van a dar los caracteres. No sé si fue el mejor show de la banda, hace muchos años que tienen un standar tan alto de calidad en sus shows que elegir uno en particular es algo completamente subjetivo, quizás ligado al entorno.
(Yo detesto los shows en la Trastienda por los precios demenciales de su barra). Pero a la banda solo le recuerdo un mal día en la última Fiesta X donde tuvieron que dejar el escenario por espantosos problemas de sonido.  Luego siempre, cada show me ha dejado tan satisfecho que es dificil decir si es mejor al anterior o no...

Esta noche habrá corazones desbordados nuevamente en el Solís,

Esta noche si me quedo en casa, pero ya no soy el mismo que ayer salio apesadumbrado a ver el Show, esta noche seré un duendecillo bebedor.

Gracias Ameba.



4 de octubre de 2011


Critica a "Se pule la Colmena" Publicada en la Diaria:


Alborotando el avispero

Disco | "Se pule la colmena", de Buenos Muchachos. Bizarro, 2011.

Hace algunos años en una nota en el semanario Brecha, Guilherme de Alencar Pintos sostenía -ante el monumental éxito de la canción “Mayonesa”, de Chocolate- que en realidad el fenómeno de esa canción podía ser considerado un retorno -tal vez un descenso- a cierta normalidad de gustos en un país en el que la música (local) popular en realidad siempre fue distintivamente extraña y jugada. Los ejemplos abundan, pero alcanza con pensar en varios de los mayores éxitos de Jaime Roos, posiblemente el músico más popular de Uruguay, y compararlos con las estructuras de estribillos y repeticiones que suelen distinguir a las composiciones populares del mundo entero, y confirmar que, por más acostumbrados que estemos a los temas de Roos, siguen siendo (repito, en términos de música pop) rarísimos. Es decir, estamos hablando de un país en el que algo tan experimental, extenso y jugado como “Guitarra negra” se convirtió en un clásico frecuentemente programado en las radios…

Todo esto viene a cuento del aparentemente extraño pasaje de Buenos Muchachos a la primera línea del rock nacional, a ese grupo limitado de bandas capaces de convocar y llenar el Teatro de Verano, algo que es extraño simplemente porque -sin desmerecer los logros compositivos de otras bandas con gran audiencia- Buenos Muchachos es tal vez el único exponente más o menos masivo en el rock de esa tradición de rareza de la música uruguaya.

Más allá de algunas influencias notorias (Sonic Youth, los Bad Seeds, Tom Waits, los tristemente olvidados Butthole Surfers), es imposible reducir la combinación de armonías de procedencia clásica, vandalismo vocal y estructuras de volumen que parecen una montaña rusa a una tendencia en particular; Buenos Muchachos tiene como virtud nada menor la de haber definido un sonido propio y personal que hace distintiva cualquiera de sus canciones de las del resto del rock -masivo o underground- del Río de la Plata.

Dejando de lado el recientemente reeditado Nunca fui yo (1996) -originalmente un casete más que interesante para los seguidores de la banda, pero que en muchos aspectos puede considerarse un demo-, la carrera discográfica de Buenos Muchachos ha sido notable tanto en su personalidad como en su imperfección. Su primer disco, Aire rico (1999), era fundamentalmente una recopilación del material acumulado durante los primeros años de la banda y, aunque tal vez sea su mejor colección de canciones, tenía algo de esa disgregación recopilatoria que suelen tener los discos de temas compuestos en un período muy extenso de tiempo. Dendritas contra el bicho feo (2000) era mucho más homogéneo, pero adolecía de cierto exceso de oscuridad y de la ausencia de temas de tanto impacto como “Desestrés” o “Cecilia”. Amanecer búho -el disco que los acercó al gran público- abundaba, en cambio, en esta clase de temas poderosos, temas como “He never wants to see you (once again)”, “Pavimento del buen muchacho” o “La hermosa langosta aplastada en la vereda”, que se volvieron instantáneamente mojones de sus recitales en vivo. En muchos aspectos el disco más redondo de la banda, tenía como única debilidad su larga extensión y la inclusión de algunas canciones menores que lo dispersaban.

Uno con otro y así sucesivamente fue un paso adelante y uno atrás en forma simultánea; estilísticamente propuso una serie de riesgos estructurales que lo diferenciaban de los discos anteriores, predominando las composiciones extensas con varias partes distintas, presentando un material tan bueno como el del disco anterior, pero de más lenta asimilación. Éste no era en realidad el problema, sino más bien un orden un poco desparejo y sin mucha armonía entre los temas más complejos y los más simples (y una portada más bien difícil de apreciar), que terminaba por conformar lo que generalmente se denomina un disco "de transición".

Pero aunque a todos se les pudiera encontrar alguna debilidad, la discografía de Buenos Muchachos es de una uniformidad -en términos de calidad- sorprendente y una de las mejores que se conozcan en el rock local, lo que sin dudas hace más notables los logros de Se pule la colmena.

Cambiar para que no cambie nada

Si antes decíamos que Uno con otro y así sucesivamente era un disco de transición, Se pule la colmena es el resultado completo de dicho cambio. En los discos anteriores se podían encontrar siempre dos o tres temas que anunciaban los cambios sonoros de la banda, en el extenso Se pule la colmena son solamente dos o tres los que remiten directamente a su obra previa.

Antes que nada, llama la atención la apertura tímbrica; con Ignacio Gutiérrez plenamente integrado a la banda en teclados, el sonido del grupo -que siempre privilegió lo climático- se abrió perdiendo algo de densidad y reverberación, pero aprovechando esos espacios para llenarlos de pequeñas intervenciones multiinstrumentales que, sin quitarles la predominancia a las guitarras, ofrecen una paleta sonora muy infrecuente en su variedad. Las guitarras de Marcelo Fernández y Gustavo Topo Antuña -tal vez el dúo de violas más reconocible, en su entramado de arpegios del rock local- también experimentan variables inesperadas, abandonando un poco su reconocible estilo arpegiado y optando por rasgeos más pop, arreglos de slide y dándole un espacio mucho mayor a lo acústico. Incluso en las voces hay variaciones importantes, comenzando por el lugar mucho mayor -y en algunos temas central- de Marcelo Fernández como cantante, quien aunque tiene un fraseo muy similar al de Pedro Dalton, tiene una voz mucho más limpia, que funciona muy bien en combinación con el vozarrón desgarrado de su hermano.

Compositivamente los cambios no son menores; las dinámicas de ruido-melodía tan propia de sus sonidos está casi ausente y las canciones tienden a mantener el volumen y la intesidad de sus primeros compases. Lo cual no quita que haya varios de los temas menos convencionales que haya hecho la banda, como "Chispas de luna", que presenta una combinación de arreglos de cuerdas (violín y viola), voces reventadas de saturación y melodías de guitarra acústica que no se parecen a nada hecho por la banda antes. También hay algunos pequeños instrumentales en los que algunos integrantes dan rienda suelta a su formación clásica moderna, y todo el conjunto mantiene -especialmente en el segundo disco (el álbum está compuesto por un disco de duración normal y otro un poco más breve)- un clima más bien sereno.

Pero también hay cierta transformación conceptual en lo lírico: es difícil para alguien que -como quien esto suscribe- conoce personalmente a los integrantes de la banda y a su universo referencial, sustraerse a las asociaciones de su imaginario lírico, plagado de menciones a personas y lugares cercanos a la banda, una costumbre algo endogámica que generalmente no bloquea la empatía de las canciones. Esto se mantiene -y hasta se profundiza-, así como la particular pluma de Dalton y su característica yuxtaposición de términos poéticos casi arcaicos con palabras hipercoloquiales y poco refinadas ("gargajo", "rengo", "afanan"). Pero está prácticamente ausente esa oscuridad tóxica que solía habitar las letras anteriores; sin ser un disco radiante, Se pule la colmena está escrito bajo el signo del aprecio y de cierto optimismo vital que no necesita la tontería para expresarse, sino la pura emoción que emana de canciones como "OoMm", "Mi rincón" o "Expiación".

Tal vez lo más destacable es que con todos estos cambios, el disco se siente como una continuidad natural de los anteriores y no deja de ser distintivo de la banda en ningún momento. Pero da una sensación de redondez conceptual que lo convierte -posiblemente- en el mejor trabajo que haya editado. Tal vez no haya estribillos bombásticos, y muchas de sus virtudes son sutilezas que se descubren a la cuarta o quinta escucha, pero desde la primera se tiene la sensación de estar frente a una obra que vale la pena sentarse y escuchar con esa atención y paciencia -tan raras hoy en día- que merecen los discos realmente buenos.

Es discutible -como todo lo que entra en el campo de lo arbitrario y los gustos individuales- el que los Buenos Muchachos sean en este momento la mejor o la más personal de las bandas de rock uruguayas, lo que sería casi imposible negar después de escuchar Se pule la colmena es que son una banda importante.


http://ladiaria.com/articulo/2011/9/alborotando-el-avispero/

27 de enero de 2011




Nunca fui yo
(Bizarro, 2010).


Camalotes perdidos

Recuerdo la primera vez que escuché el Nunca fui yo. Estaba en el pico de mi fanatismo por Buenos Muchachos y me había embarcado en la obsesiva búsqueda de conseguir el único material que me faltaba de ellos, ese casette misterioso con el tercer ojo mirándonos desde otro rincón de Uruguay, un Uruguay noventoso que era nostálgico para unos y mítico para otros más chicos, como quien escribe. Había un conocido de un conocido que lo tenía y un vendedor de dvds metaleros de Tristán Narvaja me dijo que me lo podía conseguir a mil pesos (¡mil pesos!). En fin, parecía un objeto cuya cualidad era superada por su propio misterio. Eventualmente conseguí, via un amigo que regenteaba el sitio www.monosenlamesa.blogspot.com (uno de los club de fanáticos de una banda uruguaya más activos que llegó a existir en la blogósfera) una copia digitalizada del material. Después fueron más lados b, más grabaciones de ensayos, más bootlegs, más covers inconseguibles.

La primera vez tuvo eso, recuerdo casi no haber escuchado la música por la simple emoción de haber terminado de dar con lo que había buscado por tanto tiempo. No sabía qué hacer con el disco, no sabía si escucharlo, o si sentarme sobre él y esperar. Hoy en día, tiempo después de aquel hallazgo, Nunca fui Yo se edita por primera vez en cd, similar a lo que ocurrió con la reedición de Dendritas contra el bicho feo (que ya existía en tal formato, pero con el sello Ultrapop –ahora se editó por Bizarro- con quienes habían tenido una comunicación algo “accidentada”, por llamarle de alguna manera), abriendo el baúl misterioso y haciendo público, en materia de sonido, un pasado que fue más contado que presenciado.

Me parecía necesario empezar esta nota en primera persona y remitiéndome a la dimensión mítica del recuerdo, porque precisamente es uno de los puntos que habría que poner en discusión a la hora de criticar un disco como Nunca fui yo. Esta nota podría optar por hacer un registro histórico del álbum, quedarse hablando del boliche de Juntacadáveres, de aquel primer toque en un cumpleaños, de Mamá era punk y las referencias clásicas al período post dictadura, pero me parece que podría ser una buena oportunidad para apartarse de tanta necrofilia imperante. Porque, ¿qué se podría decir sobre toda esa época que ya no se haya dicho hasta el hartazgo? Y sobre todo porque, después de todo (a diferencia de muchas otras figuras que desaparecieron o se quedaron agarrados de uñas y dientes de aquellos años de gloria –también habría que revisar qué entendemos por “gloria”) los Buenos Muchachos siguieron tocando y haciendo buenos –mejores- discos, incluso transformándose hasta un nuevo set de temas que renueva por completo su sonido anterior. El presente de Buenos Muchachos es tan interesante que es innecesario ponerse nostálgicos. Así que, ¿qué puede encontrársele al Nunca fui yo, que se aparte del mero ejercicio melancólico?

A diferencia de lo que se puede pensar, a pesar de algunos temas que se repetirán en ambos materiales fonográficos, no hay un continuismo muy claro entre el Nunca fui yo (1994) y su sucesor más inmediato, el Aire Rico (1999). No es, como comúnmente podría pensarse, un retoño de lo que luego florecería, sino algo bastante distinto. En todo caso, en algunos aspectos, más allá del efecto de pulido entre un disco y otro, el Nunca fui yo es un disco mucho más ambiental (esuchar, por ejemplo, “Preludio del mescalito” y “Hey luna hey!”), más emparentado al Amanecer Búho (2003), o más aún, con el nuevo material que Buenos Muchachos suele presentar en vivo, que con sus sucesores más cercanos (Aire Rico y Dendritas). También, es un disco mucho más denso en materia poética que aquellos dos discos, poesía que es recién retomada de manera más decidida en temas actuales como Nico Cuevas. En contraparte, las guitarras, cargadas de fuzz y algo similar al efecto big muff reverberan de una forma particular, muchas veces imponiéndose por completo por encima de la voz, por lo que mucha de la poesía, para quien no tiene un booklet, resultará casi ininteligible (pienso en, por ejemplo, “Anti-sinpasión”, posiblemente una de las mejores –y más olvidadas- letras que haya escrito Pedro Dalton). Y a esto se le agrega la voz. Acá sí podríamos sacar la excavadora y empezar a buscar las ramificaciones, como si hubiera una idea inherente de proceso. Ya desde el grito inicial –el grito inicial de una historia de ya veinte años- de “Me emboooorrracheee!” en “El duendecito bebedor”, todo lo que ha caracterizado al estilo de Dalton –los imprevisibles giros melódicos, la disonancia, el agregado de efectos, la utilización de un inglés criollo convertido en una especie de idioma propio- se percibe de una manera más radical en este disco. Como un niño que necesita romper un juguete para ver qué tiene adentro, cómo funciona, Pedro Dalton se lanzaba en este primer álbum a buscar todas las formas y alternativas posibles (siendo un camino plagado de aciertos y errores, habría que remarcar). El más recalcable de todos estos experimentos es el tema “Temperamento”, en donde el uso del delay y el reverb hace solapar los versos, incluso interponiéndose varias palabras en un mismo sonido (dándole un aire de paranoia muy particular). Recién en esta reedición –con el posible trabajo remasterización del mismo (o quizás es que la copia del original que yo tenía no era buena, vaya uno a saber)- se puede entender un poco más el experimento, optando por lateralizar un poco más los ecos, que antes caían como un granizo ininteligible en toda la canción. Más allá de que muchos prefiramos la versión más convencional –y más contundente- de “Temperamento” en Amanecer Búho, habría que colocar esta versión original en un lugar importante, por haber allanado un camino de posible experimentación con la voz y distintos pedales, que curiosamente no fue muy continuado, a no ser quizás por Lucas Meyer, Adriana Navarro (de Fiesta Animal) y alguna que otra banda reciente.

Otro aspecto importante a tomar en cuenta es que la mayoría de las canciones permanecen prácticamente incambiadas de su versión original. Esto puede parecer una obviedad, pero luego de escandalosas mutilaciones como la que sufrió Autoblues de Fernando Cabrera (algo particularmente extraño, optándose por trastocar la letra de algunos versos de canciones perfectas como “Informe sobre Valeria”), el vilipendio está a la vuelta de la esquina.

Fiel a sí mismo, Nunca fui yo es un disco imperfecto, con algunas opciones de sonido molestas y cierta tendencia de la banda a perderse y reencontrarse, pero que funciona como un río congelado en el que se encuentran varios elementos que, lejos de exponerse en vitrina de taxidermista, vuelven a la vida, cuales peces de deshielo, resignificando y volviéndose a articular con el presente una de las bandas de más importantes que haya dado el rock nacional.



29 de noviembre de 2010



Foto: Diego Saralegui (buenosmuchachos.com)

"Se nos viene, fin de año...".

Ciclo "Bizarro Año 10" donde el sello discográfico celebra sus diez años.

Buenos Muchachos
se presenta Viernes 17 y Sábado 18 de Diciembre, a las 22 hs en Espacio Guambia (25 de Mayo 591).

Entradas limitadas en venta en Red Uts, RedPagos y Palacio de la Música a 270 pesos.




24 de agosto de 2010





Pixies are coming to Uruguay

October 7th, Montevideo, Uruguay.
Teatro De Verano “Ramón Collazo”.
Phone: +5982 7124972

www.teatroramoncollazo.org.uy


7 de octubre, 20: 30 hs. Entradas en venta en locales Abitab de todo el país ($u 600 platea alta y $u 900 platea baja).


Ampliaremos...


22 de julio de 2010



Viernes de terror / Sábado de zombies / Domingo de Espectros
Buenos Muchachos en Bluzz Live. Defensa y Daniel Muñoz.
Viernes 13, Sábado 14 y Domingo 15 de agosto. A las 22:00.
Entradas a $180 en venta en Retro, Galería del Virrey local 41 (18 y yaguarón), y en Bluzz Bar, después de las 19:00 (canelones y ciudadela).

Quédense en sus casas. No salgan. Están advertidos. 

18 de julio de 2010

Ojos Rojos, por Buenos Muchachos.


Justicia después de la Una es un disco surgido por la gente de “Justicia Infinita” de Océano FM, quienes armaron un tributo de artistas locales a los Buitres, celebrando el vigésimo aniversario de la banda liderada por Peluffo y Parodi. Todo lo recaudado por las ventas del disco es a beneficio del Centro Ibiray (Teléfono 481-1769), centro asistencial para niños y jóvenes con parálisis cerebral y otras discapacidades. Justicia después de la Una se consigue en todas las disquerías y sale $220.

El disco cuenta con 17 versiones, donde encontramos: Buena suerte, de Hereford, Mi raza preferida ( La Vela Puerca), La plegaria del cuchillo (NTVG), Cada vez te quiero más (Chala madre), Calavera Tour (Once Tiros), 70 Puñales (Closet) y Mincho Bar, de Jorge Nasser, entre otros.

En el tributo también están los Buenos Muchachos, versionando Ojos Rojos.




15 de julio de 2010

Pixies en Montevideo el siete de octubre.
No se vos, pero yo quiero a los Buenos de teloneros. ¿Donde tengo que firmar?

20 de mayo de 2010


Ya están las fechas de la serie de recitales en la Trastienda:
RECITALES OTOÑALES 10, 11 y 12 de Junio.
Las entradas ya están a la venta.


En lo particular la Trastienda debería volver a ser una iglesia de Ondas de Amor y Paz y no tanto por el lugar que si bien locativamente tiene serios contras, la filosofía empresarial-rapiñera que sostienen sus dueños incomoda al espectador y señores hablo claramente; me refiero a lo que me han querido cobrar una cerveza ahí dentro.
Por suerte mi galeno de cabezara me ordeno sustituir la cerveza por vino y otras tizanas sin cebadas.
Por suerte habrá opera y tendremos un nuevo ritual de ver a nuestra banda em vivo una vez más, así que nada más esperemos vernos las caras una noche más.

Abrazo peludo a la monada inquieta.

22 de abril de 2010



Gracias al talento audiovisual de cecitazzz hete aquí una muestra del ciclo de conciertos que los Buenos Muchachos dieron en El Tartamudo Café días atrás. Un saludito especial para el "capo de la barra" y su gin-tonic especial.


Con ustedes los Buenos versionando "Por ejemplo", de Fernando Cabrera.






19 de marzo de 2010



Bueno, la cosa es así: vamos a hacer un ciclo de conciertos en El Tartamudo café durante el mes de abril, tocando versiones levemente distintas de nuestro repertorio y también canciones de autores uruguayos como Leo Masliah, La hermana menor, Fernando Cabrera, Eduardo Mateo y algunos otros. La entrada sale 300 pesos. Hay pocos lugares. La cita es para el viernes 9, sábado 10 y domingo 11 de abril a las 22:30. El lugar es en 8 de Octubre y Berro, a la salida del túnel.

18 de diciembre de 2009

Derroche a troche y moche...



Más fotos acá
(gracias Mauri por las fotos)

Increíble lo que paso el miércoles. Ponerse a enumerarlo todo, un desgaste innecesario; los que fueron saben de lo que hablo; los que no, se lo imaginan. Exquisito.
Lo mas alto de la noche, Laura prestando su voz (y el xilofón) como en los viejos tiempos mas Fernando Cabrera, mas Pablo Sonico en la percusión, mas Pedro Dalton: GIGANTE.
Otro momento de éxtasis fue la mejor versión de Temperamento que jamás se escucho; Garza en dueto con Peter gritando un rato cada uno, cuando no los dos juntos, mas los vientos de Hackerman; lo mas visceral y explosivo que podría ser.
Nico Barcia, pese a no ser mas un Chico Eléctrico, parece seguir enchufado a 220.

El mas grande de los Fernandez cantando Milagros, los tres hermanos agachados mientras la viola sube, sube...
En fin, dije que no iba a enumerar y enumere. Un desastre, me deje llevar por la emocion.


Cerraron con esta version que hicieron de un tema de Buitres. (no lo había compartido antes porque el locutor lo pisa un par de veces, es genial de todas formas.)

Gracias por haberme tapado la boca cuando mi comentario apocalíptico fruto de la separación momentánea. Gracias.

Chau Monos, los quiero.

Es probable que todo lo que creo recordar sea producto de mi imaginación y nada de esto debe de haber pasado o, al menos, no de esta forma. Sigo despegando fragmento de recuerdos que como polvo de hierro están adheridos al imán del tiempo. Si algún Mono con mas memoria quiere ayudar, mejor. Yo no fui a sacar apuntes.

¿Lo invente o Tussi nos deleito cantando He Never de una manera fresca, elegante, disco, con olor a noche?







Un hombre con la necesidad de expresarse
Escrito el 17 de diciembre de 2009 a las 16:52 por Emiliano Zecca para
www.180.com.uy




Los Buenos Muchachos festejaron este miércoles sus discos de oro conseguidos este año. Su vocalista, Pedro Dalton, conversó con 180. Un artista polifacético: cantante, escritor y dibujante, sostiene que se siente “rico” porque desde hace tiempo puede dedicarse a las cosas que más le “encantan”.

Es conocido como Pedro Dalton, pero su verdadero nombre es Alejandro Fernández. Con 42 años es cantante de Buenos Muchachos, quizás su faceta más conocida. Pero además es escritor y dibujante. “Pedro Dalton me quedó cuando dibujaba en una revista al final de la dictadura. Me lo habían puesto en el liceo, por Pedro Picapiedras y Dalton nos decían porque ibamos a Trouville a jugar al básquetbol y como éramos tres hermanos nos decían Los Dalton”, explica.

Este año, la banda de la cual es vocalista recibió dos discos de oro por “Amanecer Búho” y “Uno con uno y así sucesivamente”. La noche del miércoles fue el primer show con invitados en vivo. Para este jueves presentarán el “Amanecer Búho y el viernes “Uno con uno…”. “Decidimos tomarnos un tiempo para descansar y pensar en cómo podíamos hacer las cosas mejor. Eso duró un año y dos meses. Queríamos festejar los discos de oro, aunque no somos de darle mucha bola a eso”, dice.

¿Por qué se tomaron un tiempo?

Estábamos desprolijos y ensayábamos muy poco. Era más que nada tocar muy seguido y no teníamos tiempo para probar cosas nuevas. Venía bien porque los guitarristas se iban a España a tocar y yo quería estar más tiempo en Buenos Aires, viendo allá la historia. Era necesario cortar un poco, estábamos medios perdidos y no entendíamos la vuelta.

¿A qué cosas no le encontraban la vuelta?

Primero queríamos saber si estábamos manteniendo algo que sólo se sostenía porque estaba bien o si realmente lo queríamos hacer. Hubo una época que no ensayábamos y fue la que nos dio la patada. Había un aburrimiento, no estábamos conectados y este tiempo nos ayudó perfecto.

¿Cómo se sienten ahora?

Es mucho mejor la libertad que tenemos. Me vengo quince días antes del show, entonces podemos seleccionar ocho días tranquilamente para ensayar varias horas y relajarnos.

Dalton recuerda que al principio era todo más fácil. “Nos juntábamos a tocar porque teníamos ganas, sin pensar en banda. Sólo pensábamos en temas y canciones, pero después todo va creciendo. Tenés compromisos reales que hay que empezar a manejar y un montón de cosas además de la música. Cuando empezamos, nos juntábamos, un porro y eran cuatro horas de darle (hace como que toca una guitarra) y viaje. Pasa que después te metés en un estudio, entendés que hay formas de grabar, cosas que nunca habías probado y vas creciendo”, cuenta.

El cantante

Su voz es muy particular. Es arrugada, por momentos parece gritada y da la sensación de que costara un gran esfuerzo sacarla. Sin embargo Dalton dice que le cuesta menos que cantar suave, bajo y entonado. “Me han pasado muchas cosas con mi voz a lo largo de estos años. Lo que te puede jugar en contra es no ser honesto y querer hacer algo que no podés. He aprendido muy pocas técnicas. En el momento en vivo, siempre estoy a punto de detonar, pero hay algo que no me deja caer”, explica.

El vocalista sostiene que al no ser cantante, lo único que iba a definir la historia era la energía y el contenido emocional que le pusiera a su voz. “Lo importante es el alma. He visto cantantes prolijitos y me parecen de puta madre, pero a mí me gusta lo fuerte y de eso es lo que laburo. Si hubiese estudiado podría haber cambiado algunas cosas, pero tenía miedo de caretearla. La voz es un instrumento jodido, porque una guitarra se te desafina y la afinás, pero la voz sos vos”, cuenta.

Dalton no sólo es el vocalista de la banda, sino que también escribe las letras. Siempre los Buenos Muchachos hacen la música primero y Dalton pone encima sus letras. Esa es la dinámica de la banda.

¿Cómo es ponerle letra a una melodía?

Escribo lo que sale de la música. Me planteo una forma melódica, que me dicen que es arameo, porque es medio fácil como para manejar los tonos. Después voy a casa y escribo. A veces no me sale y voy a frases que se me ocurren o a poemas que tengo escritos. Es limitada la forma de escribir para mí en la música, por el tipo de estructura hay pila de palabras que tengo que sacar. Si fuera inglés sería mucho más fácil porque con pocas palabras decís mucho.

¿Escribís letras en inglés también?

Al principio manejaba frases en inglés y en castellano. Me gusta pila eso y hasta el día de hoy lo sigo haciendo. Decir “love” no es lo mismo que decir amor, es como más suave. Sin dudas también es por la influencia de la música. El rock es Estados Unidos, sale de allá. Inglaterra dio su cuota. También escuché rock en español. Por ejemplo, (Joaquín) Sabina es un tipo que cuenta historias cuando canta y en español eso es un huevo. Yo no lo puedo hacer.

¿Qué cosas han cambiado con el correr del tiempo en tu manera de escribir?

Soy la única persona que ejecuta un instrumento en el mismo idioma que la gente, no es lo mismo con un sonido de la guitarra decir que se acaba el mundo, que decir “se acaba el mundo”. Eso me daba pila de vergüenza al principio. En el primer disco la letra fue una excusa para cantar. Después dije “voy a hablar”. Además, me di cuenta que podía hablar de cosas más abstractas, que no me pasaron a mí y la riqueza de escribir abstracto es que más adelante le encontré un significado a alguna de mis canciones.

Generalmente la gente es la que se identifica con los temas, pero quizás es extraño que vos como autor te identifiques luego con tu propio tema.

Eso es genial. Habla de que vos al trabajar con la emoción, terminás y tal vez hiciste algo que te gusta. Después otro día le encontrás un sentido.

El escritor, el dibujante

Además de escribir canciones, Dalton tiene dos libros de poesía –“Mentira en el cielo” y “No solo de hambre vive el hombre”– publicados y una novela llamada “La cara del ángel” de Ediciones de la cachimba del piojo.

¿Se puede separar al compositor del escritor?

Va todo junto. Siempre estoy escribiendo y las cosas quedan ahí. Después las uso, pero al escribir no me lo planteo, es una necesidad. A veces uso las poesías para poner cosas que no puedo en las canciones porque no me da la métrica.

¿De qué se trata tu última novela?

Es un romance entre un veterano y una mina más chica. La empecé a escribir en el 96, también por necesidad y estuve hasta el 2000. Después ni lo toque, pero como saqué dos libros de poesía, me metí devuelta. Fue un proceso distinto, aprendí un montón y me di cuenta que hay laburar de una manera diferente. Aprendí mucho.


Dalton se encontró con la música a los 21 años. Pero antes estudió siete años de pintura y trabajó como dibujante, también por “necesidad”. En el tiempo de separación que tuvo con la banda, se compró tinta china y retomó su viejo hábito. “En Buenos Aires no quise hacer nada que tenga que ver con la música. Me dediqué a dibujar y a escribir. Estaba copado con eso, curtí muchos museos y exposiciones. Empecé a trabajar sin objetivo y después terminé exponiendo. Ahora pintó de vuelta la banda, pero igual tengo tiempo para poder dibujar”, cuenta.

¿Varias veces has hecho referencia al hecho de hacer las cosas por “necesidad”?

Con el arte me manejo así, lo que hago es por necesidad de expresarme.

Foto: (Pedro Dalton./©Javier Calvelo)

12 de noviembre de 2009


Mi primer novela


Amigos, los invito al lanzamiento de mi primer novela "La cara del ángel" que se realizará el próximo sábado 14 de noviembre en el bar de La Diaria (soriano 774) a las 20:30hs.

Habrá una cálida presentación a cargo de un gran amigo, Sebastián Teysera, y después me uno a los desopilantes Hotel Paradise para hacer una serie de covers de canciones que aparecen en la novela. Hecha la reseña de la reunión, sólo me queda agradecer vuestra vital compañía.

Abrazo,
Pedro Dalton.


Por más: www.buenosmuchachos.com



5 de noviembre de 2009




Noche I: Metal de Miel / Miércoles 16/12/09

Sesión íntima de espiritismo con pocas localidades a la venta.
Ceremonia de ofrendas: entrega de discos de oro por los álbumes Amanecer Búho y Uno con uno y así sucesivamente. Materialización de un ejército de invitados en el escenario.



Noche II: Con plumas / Jueves 17/12/09

Celebración del estado áureo alcanzado por el álbum Amanecer búho.
Se ejecutará dicha pieza íntegramente y se invocarán canciones inéditas provenientes del futuro próximo. Suelta de aves nocturnas en el recinto.




Noche III: Lago naranja / Viernes 18/12/09

Celebración del estado áureo alcanzado por el álbum Uno con uno y así sucesivamente. Se ejecutará dicha pieza íntegramente y se invocarán canciones inéditas provenientes del futuro próximo. Trepanación de cráneos y posterior degustación.




Entradas a la venta en red UTS.

19 de setiembre de 2009


Buenos Muchachos en La Trastienda (foto: Patricia Torres)


The comeback



Clima horrible de la noche montevideana de viernes, afuera. Dentro, para los que concurrieron al show, los Buenos Muchachos cantaron In the sun I was your help...

Impecable lo de ayer, viernes. "Babosos" los hermanos Fernández por alguien nuevo/a en su familia. Se los vio bien. Sonaron en un aire rico. Patearon culos. Vigentes.

Algunos highlights: Plasticol, Climático Musto, Villete de oro, Vamos todavía uruguayo, Sin hogar, Sonido metal (nuevo tema), Temperamento, La Isla era un camalote (tema más importante de los últimos veinte años del rock uruguayo, fácil).

Párrafo aparte De a dos mejor. Canción festiva como pocas, y que cada vez suena mejor.

Al final la gente los pedía tanto que tuvieron que volver como dos veces.


Y se fueron con El faro...




P.D: Más fotos, aquí.